El pasado mes de mayo el Banco Central publicó el Informe de Estabilidad Financiera (IEF) correspondiente al primer semestre, el cual señaló que la incertidumbre global es muy alta y es la principal fuente de riesgo para la estabilidad financiera del país.
Esta situación “tiene un origen en un shock grande por la inesperada magnitud de los anuncios de la política comercial de Estados Unidos, con movimientos en una dirección y otra, incluso algo errática. Esto, además se instala sobre un escenario que habíamos descrito en informes anteriores, como el alto nivel de endeudamiento público y privado en economías desarrolladas y altas tasas de interés de largo plazo”, señaló Rosanna Costa, presidenta del Banco Central en conversación con el Diario Financiero.
Los riesgos que plantea el lEF podrían materializarse en una mayor volatilidad de los mercados financieros. Por ejemplo, el 2 de abril («Día de la Liberación» de EEUU) se observó una reacción de los mercados inusual, porque cuando los inversionistas tienen aversión al riesgo, en general, buscan protegerse en activos de Estados Unidos y en esta oportunidad fue ahí donde visualizaban el riesgo. “Fue un movimiento inusual, fuerte y una luz de alerta que nos indica dónde está el riesgo”, explicó Costa. Esto significa que, si crecen las tensiones comerciales, es posible que observemos cambios abruptos en precios financieros. Lo que, a ojos de Costa, podría generar estrechez financiera en los mercados emergentes, dificultades de financiamiento en nuestros mercados y en un impacto adverso en la actividad económica e inversión.
Pero además, la Presidenta del Banco Central destacó que la banca está en una posición sólida y bien preparada para enfrentar un escenario más negativo: han constituido provisiones y garantías suficientes para cubrir el nivel de incumplimiento de su cartera y muestran holguras en sus indicadores de capital y de liquidez. Además, cuando se ha sometido a test de estrés, la banca chilena se mantiene solvente.
Sin embargo, los bancos han reclamado que se han aumentado los requerimientos de liquidez y otras regulaciones, que finalmente afectan el dinamismo del crédito. Ante esto, Costa señala que uno de los instrumentos de las normas de Basilea III que maneja el Banco Central, por su carácter macroprudencial, es el Requerimiento de Capital Contracíclico (RCC), que fue activado en 2023 en un nivel de 0,5% de los Activos Ponderados por Riesgo (APR) de la banca. “En noviembre del año pasado, el Banco Central estableció un nivel neutral positivo para el RCC de 1% de los APR, pero que comenzaríamos a evaluar su convergencia una vez que termine Basilea III. Dicho requerimiento permite contar con un colchón de capital disponible que se puede liberar en momentos de estrés macrofinanciero relevantes. Hasta ahora, los estudios que hemos hecho nos confirman que el impacto de esta medida fue acotado en términos de crédito y no es el factor que explica el ciclo de este negocio” explicó.
La banca chilena hoy está mejor preparada que en crisis anteriores: “tiene solidez, solvencia y liquidez favorable. Ha habido un trabajo para diversificar las líneas de liquidez, y en ese sentido, está preparada para enfrentar eventos de esa naturaleza”, finalizó.
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